En honor a la mentira

martes, 26 de agosto de 2008

"There is one way to find out if a man is honest--ask him. If he says yes, you know he is crooked." --Groucho Marx

Todos mentimos, eso es verdad. Hay distintos modos de mentir; varían la frecuencia, la habilidad, la intensidad, la intención, el descaro con que lo hagamos. Más allá de reproches fuera de lugar, mi propuesta es ver el lado feliz de las mentiras. No sé que te habrá dicho tu profe de religión, lo cierto es que mentir puede ser beneficioso para uno mismo y para los demás. Pero, sí pues, en ocasiones también te puedes llevar un chasco.

Una virtud, un refugio, la Cuarta Gracia, la Décima Musa, la mejor y más segura amiga del hombre. Son algunas denominaciones que Mark Twain dio a la mentira, en su sarcástico ensayo “On the Decay of the Art of Lying”. Y es que mentir puede cualquiera; pero pocos son los que tienen ese arte. Un arte nada despreciable diría yo, pues si no lo tienes pueden atraparte e incluirte en la categoría de MENTIROSO, donde el resto de más o menos hábiles y decentes mortales que mienten te juzgaremos. Tengo la impresión de que la mala fama del calificativo se debe en parte a que además de faltar a la verdad, se ha sido lo suficientemente tonto como para ser descubierto. O sea, cuando llamo a alguien mentiroso, también quiero decir “Sonsonazo, a mí no me la haces”.

Así, al mentir, es bueno considerar necesidad, momento y persona con que interactuamos. No creo que haya reglas para este asunto, excepto talvez la prudencia. Sin embargo, no es mi intención dar una cátedra en este arte, miento si digo que soy experta en el asunto. En lugar de ello, quisiera hacer una clasificación, antojadiza e incompleta, de los tipos de mentira más comunes, de los que hemos sido testigos, autores y/o beneficiarios.

  • Mentiras breves: sin ser necesariamente leves, causan poco remordimiento de conciencia, por su corta extensión. Generalmente surgen como respuesta a alguna pregunta, a veces basta un monosílabo como sí o no, para que jua!, zafes o se cambie de tema. Si el Papá Noel de la tienda le pregunta a un niño si se ha portado bien para que le regale Xchuchería2010, no espera, el gordo farsante, que le diga “No”.
  • Mentiras de fábrica: extensas, pulidas, con detalles interesantes y hasta innecesarios. Suelen requerir de gran habilidad actoral. Ésa de dónde estuviste anoche tiene ejemplos muy creativos. No obstante, no es recomendable exagerar.
  • Mentiras piadosas: bienintencionadas y socialmente aceptadas. Ej. “No se preocupe, no dolerá” (dentista del siglo XIX) “Oye, pero que bien que te ves!” (a una bulímica suicida).
  • Mentiras silenciosas o de omisión: Son las menos aparentes; pero sí, también están en el grupo de las mentiras. Por ejemplo, “Estoy embarazada [pero hay una ligera posibilidad de que no sea tuyo]”, “Tienes que decirme a qué peluquería vas [talvez pueda llevar a mi perro]”.
  • Mentiras corteses: casi automáticas al seguir las reglas de buenos modales. Ej. “Mucho gusto” (a la/el nuev@ y guapísim@ enamorad@ de tu ex), “Estoy bien, gracias” (en realidad tienes jaqueca y diarrea, no es que tu interlocutor pueda hacer algo al respecto).

Evidentemente esta lista podría extenderse mucho; pero he de cortarla aquí por el momento. Quisiera añadir que no pretendo promover una cultura de la mentira ni mucho menos. Sin embargo, me parece importante reconocerle sus bondades a esta amiga, vieja como la humanidad, que no pocas veces nos ha sacado de apuros. Cierto es que otras tantas nos ha metido en ellos; pero ése será tema de otro post.

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