Sexo en el trabajo: ¿qué hay de nuevo? La satisfacción laboral adquiere un significado diferente –más real- cuando una encuesta hecha en Inglaterra revela que uno de cada cinco tiene relaciones sexuales en la oficina. De acuerdo con ello, no debería sorprendernos la noticia del affair (“choque y fuga” en peruano) que el Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, el francés Dominique “papi lover” Strauss-Kahn, tuvo con una ejecutiva senior de dicha institución. Sin embargo, la polémica no pudo evitarse. Y es que a esta combinación de por sí intricada, habría que añadir un tercer elemento crucial: PODER.
El incidente se dio a conocer por el propio esposo de Piroska Nagy, la ejecutiva en cuestión, quien desde agosto ha dejado el FMI para trabajar en el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo. En París se esperaba mantener el secreto mientras durara la investigación respecto a si hubo acoso, favoritismo u otra forma de abuso de poder en esta relación. Empero, el escándalo se hizo público antes de lo que hubieran deseado.
Strauss-Kahn ha salido limpio de la mencionada investigación. No obstante, ha pedido disculpas a sus subordinados y a su complaciente esposa por haber cometido, según sus propias palabras, un serio error de juicio. Y vaya error, pues no solamente pudo haber puesto en peligro su carrera (líder del Partido Socialista de Francia, son conocidas sus aspiraciones a la Presidencia de ese país); sino fundamentalmente una nueva estructura de poder en el mundo.
Sucede que en momentos de crisis profundas como la actual surge un llamado a una reconfiguración del poder. Ante un debilitamiento del orden establecido hay una inevitable lucha de poderes. Desde hace algún tiempo, y ahora último con mayor intensidad, se viene cuestionando el dominio unipolar de Estados Unidos, dando cabida a otros países con altos niveles de desarrollo económico, político y social, como Francia, para tomar su lugar. Es evidente que EE.UU. no está dispuesto a ceder todavía.
La próxima batalla ha de pelearse en tierras estadounidenses el 4 de noviembre. Se trata de una reunión de emergencia en la que se discutirá un nuevo curso para las finanzas en el mundo y a la que acudirán los líderes de las principales economías. Desde ya se conoce que hay diferencias de parecer entre Europa y EE.UU. Para George W. Bush es esencial preservar el compromiso con el libre mercado “que ha elevado los estándares de vida y ayudado a millones de personas a escapar de la pobreza en el mundo”. Por su parte, Nicolás Sarkozy, que además de Francia por ahora también preside la UE, prefiere una nueva forma de capitalismo regulado, ya que “no hay libertad sin regulación y estabilidad”. Las conclusiones de esta reunión nos dirán mucho acerca de hacia dónde se inclina la balanza del poder mundial.
De ahí que para muchos, el destape de la relación de Strauss-Kahn (que al parecer es una raya más en este tigre) vaya mucho más allá de revelar una preocupación por la ética laboral o un puritanismo sexual de gringos hipersensibles al tema a raíz del caso Lewinski. Se trataría más bien de un golpe político de EE.UU., un ataque preventivo para desacreditar a una institución tradicionalmente dominada por Europa, como es el FMI. La respuesta del Fondo ha sido casi un “aquí no pasó nada”, quizás entendible por la urgencia de ocuparse de la crisis económica mundial.
Ah, la política y los conflictos de interés; el sexo tomado como arma en la lucha por poder, ¿qué más hay de nuevo?
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